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martes 12 mayo 2009

Un año de soledad....


A estas alturas del día, hace un año, lloraba escondido por los rincones de la casa de mis padres para que ellos no se apenaran aún más. Intentaba mantener el tipo que en no pocos momentos no pude mantener. El día estaba marcado, el adiós era inminente. Suena peligrosamente insano el decir que un año después aún le veo cuando voy a la casa, que si cojo sus juguetes me siguen oliendo a él, que cada vez que llego espero que esté sentado en el porche mirando cómo llegaba esperando el momento oportuno para avalanzarse sobre mí y saludarme como cada día lo hacía, incluso cuando ya casi no podía ni sostenerse sobre sus enfermas patas traseras.

Pero así es, un año después aún sigo llorando a mi hermano de cuatro patas. Y no me avergüenzo de ello a pesar de que muchos de quienes me rodean ni siquiera me entiendan o piensen que debo estar loco por echar tanto de menos a un perro, pero es que para mí fue más que una simple mascota apegada a mis 2 piernas.

Recuerdo cada instante de este día hace un año, las caricias que le dí, los ladridos que me pegó cuando una de las veces rompí a llorar y se me quedó mirando fijamente intentando hacerme entender lo inentendible, las casi 5 horas que me pasé sentado un escalón debajo suya en la escalera jugando con una pelota de tenis, su tranquilidad cuando llegó el veterinario, y su valentía al enfrentarse al momento fatídico.

Rufo siempre había tenido miedo al veterinario, siempre le había ladrado, pero ese día metió su rabo entre las enfermas piernas y se limitó a acostarse a esperar, mientras le dediqué las últimas caricias hasta que nos dejó. Intuía algo, sabía que pasaba algo extraño. No era normal que a su alrededor se respirara tanta tristeza, a pesar de que intentamos darle los mejores dos días que hubiera podido tener a los largo de sus doce años de vida.

Y escribo ésto, más como terapia personal que entrada para difundir a todo el que la lea. Lo siento, hoy vuelven a ser mis psicólogos particulares. Rufo inició un año fatífdico en muertes muy cercanas a mí, diecinueve avisos de la vida en 7 meses para recordarme que cada día es un lujo que se nos regala. Pero también su ida me ayudó a encajar el resto.

Ahora, inicia el ciclo de los aniversarios..... un ciclo que, nuevamente, me ha sumido en un gran desánimo personal. El dolor está demasiado cercano aún, la llaga aún no ha terminado de cicatrizar.... aunque lo hará. Y ese día lloraré porque lo haya hecho.

Hoy Rufo está más presente que cualquiera de estos días. Hoy a las 19h se cumplió un año de mi última conversación con él. Le conté, como tantas veces hice en nuestra vida, todo lo que nadie más podía oir y él, como siempre, se limitó a echar su cabeza sobre mi pierna y me miró mientras le hablaba.

Mañana a las 15h se cumplirá un año..... DEP.